Este país no duerme. Parpadea. Puse anoche en Twitter no más al sentir un bajón eléctrico que se sintió, según las redes, en todo el país.
Hoy por primera vez se comienza a hablar de flexibilizar las medidas de confinamiento. Franjas horarias, han dicho. Con qué gasolina, me pregunto.
El día ha sido particularmente caluroso. Un vapor me marca hombre a hombre, como aprendí en el basket. Acabé la serie que entroniza a Jordan. Hablamos de un semidiós. Cristo negro en la tierra. Just do it, su Padre nuestro. Movido, según el documental por ese secreto motor que nos lleva a ser mejores que quienes alguna vez han dudado de nosotros. Aunque es injusto achacarle toda la responsabilidad a eso. También hay mucho de narcicismo. Alimento interesado del ego. Claro está con mucho de talento. Dotes especiales, insistencia y fe en sí mismo. Todo con un storytelling sin fisuras. Son diez episodios que vería de nuevo, sólo por esa arquitectura interna, invisible al espectador común. Su gran acierto.
Dormí tres horas noche y veinte minutos durante el día. No hubo reunión para contar lo que anoche me desveló. Aproveche y le saqué brillo. Como con los poemas, las piezas publicitarias tampoco se llegan a terminar, se abandonan. Por un momento creí que estaba deprimido. En realidad lo que tengo es sueño. Mucho sueño.
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