miércoles, abril 29

Día 45 (Miércoles 29 de abril)

En mi barrio. Temprano, a eso de las siete se escuchó, en ese foso que resulta de dos cadenas de edificios enfrentadas, a una entusiasta cantante. Pese a la cercanía, apenas pude distinguir los acordes que empujaba ella, o quien le acompañaba, en la guitarra. Tampoco pude definir si se trataba de una voz joven o vieja. Tras el recital de a lo sumo cinco canciones alcancé a identificar sólo la última. No ocurrió antes, en ninguna de estas noches de confinamiento. Junto a la brisa que ha sido perezosa, cabalgó hasta hoy, un silencio que de tan espeso pudo haber desarrollado ya su propio olor. Y pese a que no hubo aplausos, lamenté no estar más próximo a la avenida en que ocurrió. Se me antojó que al arrancar, a los ojos de quien además de escucharla la tenía a tiro, tuvo la temperatura de una aparición. No del tipo mariano, no. Hablo de esa textura y luz que otorgamos a lo que rompe la rutina para sorprendernos. Y con esto no escribo que el concierto resultara un éxito. No alcance a escuchar. No sé siquiera desafinó. Está en auge recuperar esos quince minutos de fama de los que habló Warhol. La cuarentena tiene algo de show de talento. Y hasta hay quien encuentra en el avistamiento de ovnis la oportunidad de salir un rato de su realidad acuartelada. De escapar. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No te prives de opinar.