miércoles, mayo 6

Día 52 (Miércoles 6 de mayo)

En España ya la gente va a las peluquerías. También a las bibliotecas. Lo hacen por turno. Por citas. Es lindo eso de hacer una cita con los libros. 

En Inglaterra, y hasta en Italia, se habla de flexibilizar el encierro. Encierro es una palabra dura. Hasta ahora la asociaba con cuentos infantiles y con las más estrictas dictaduras. Así de amplia.

El Latinoamérica, México, Canadá y los Estados Unidos no se aplana la curva de contagios. Aplanar la curva será una de esas expresiones que guardaremos en algún lugar de la memoria para nuestra próxima pandemia. 

Entre la llamada Gripe española y este virus dista un siglo. Por lo que he leído no será ese el lapso que nos separe de otras catástrofes biológicas similares a ésta. Tal vez usemos nuevamente eso de aplanar la curva de contagios en poco. 

Lo que sí está ocurriendo aquí es que subió el número de nuevos casos que reportan oficialmente. De una semana para acá, hablan de doce por día. Así de sospechoso y exactos. 

«(...) Las partidas se eternizan y las conversaciones se acaloran. El sol sigue dando nombre al martes, pero ya empieza a esconderse detrás de las azoteas. Dos policías de servicio paran a tomar el café de media tarde mientras la Chelo se pinta por quinta vez los labios». Rescaté esto de un un texto de Pedro J. Lacort. Un amigo español que narra la vuelta a la normalidad de su pueblo. Lo hice con la intención de lograr esta noche un apunte con esa temperatura. Pero no me ha salido. En cambio me he deshecho de datos incómodos que amoblaban mi cabeza. 

  

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