lunes, abril 13

Día 28 (Domingo 12 de abril)

Frente a mi ventana, que también da al Ávila, desde tempranas horas de la noche comienza a aparecer una irregular fila de carros. Y no porque la bomba de combustible esté cercana a este punto, no, está a unos dos kilómetros y medio de distancia. Tal es la escasez de gasolina que acompaña la cuarentena. Así, los conductores, sin tapabocas la mayoría, pasan la noche frente a la avenida que corre justo al lado del edificio, enfrascados en interminables conversaciones que arrullan mi sueño, más frágil aún por estos días. A las voces que rumian la pena de su trasnocho, se suma de cuando en cuando el grito con sordina de un vendedor de café y cigarrillos. Hace más de siete años esta avenida no tiene alumbrado, por eso conductores, motores apagados, conversas, cigarrillos, y una que otra risa, protagonizan un paisaje detenido en la penumbra. Tal es la oscuridad que uno no acaba de comprender si aquello lo está viendo o lo está imaginando. No quiero amargarme desde ya pensando en el momento en que me toque encarar la madrugada en la misma avenida, y con la misma gente que hoy me resulta de otro planeta. Hoy los medios oficiales hablan de seis nuevos casos, para un total de 181 contagios en todo el país. Los más incrédulos se preguntan en las redes sociales si volveremos a la nueva normalidad cuando domestiquen al virus, o cuando aparezca la gasolina. Lo que ocurra primero.


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