domingo, abril 26

Día 42 (Domingo 26 de abril)

Hoy en España volvieron los niños a las calles. Seis horas les dieron. Entiendo que antes de dejarlos salir, televisoras y redes sociales se llenaron de advertencias y reglas. Y ocurrió lo previsto: fue un recreo sin maestras. Mañana toca a los muy mayores. La población más vulnerable frente al virus. Si por mi fuera, los saco juntos al patio. La sola imagen de la gente de la tercera edad compartiendo con los niños en  áreas abiertas como las de un colegio, conjura cualquier tragedia. Y si no ocurre, al menos se acaba el mundo con más gente riendo. La cosa va de equipo mixtos persiguiendo una pelota, que termina en las manos de una anciana que revive su época de portera. O de quien sin soltar un bastón, desde la banca celebra un gol como si de un Mundial se tratara. Niños y ancianos, y me voy a permitir una imagen muy facilonga: son las puntas de esta soga. No hay excusa para no volverse a mirarlos. Por un lado se respira esperanza, por el otro la satisfacción del trabajo realizado. Y hay que escribir sobre ambos, a riesgo de que resulte un apunte con un tinte editorial, como creo me ha ocurrido. Pero mi regla es no borrar. Por ahí y al hacerlo también desaparece la línea floja, en la que estamos parados quienes vamos a mitad de viaje, entre una y otra punta de la cuerda. 

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