Han sumado treinta días más a la cuarentena. Lo sospechaba y aún así juegué al sorprendido. Supongo que es una reacción natural. Debe formar parte de las conductas más habituales en el ser humano. Y no soy un extraterrestre. Darse por no enterado del todo. Dejar un resquicio por el que -de haberla- se cuele una posibilidad que nos favorezca. Que ponga el marcador de nuestro lado. Pasa siempre. Igual frente a un diagnóstico médico, que con una prueba que mida nuestros conocimientos. Pasa con el amor, con la amistad. Pasa en la intimidad familiar, y en las oficinas. No tenemos geografía ni horarios para fingir demencia. Apenas deje estos apuntes volveré al trabajo, tengo una importante entrega mañana. La noche es larga. En algo estoy claro: cuando no me va bien, no puse mi mejor esfuerzo. No me caben asombros.
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