miércoles, mayo 20

Día 66 (Miércoles 20 de mayo)

En esta ciudad, el humo no nos deja pensar con claridad. Escribí esta tarde en Twitter.

75 nuevos casos oficiales. Suman 824 casos, en los últimos sesenta días. El número de muertos se mantiene en diez. Nunca más han hablados de personas recuperadas. Si no hay más de estos últimos, qué hicieron con ellos.

Hoy ha sido un día particular. Pesado. Y nada tiene que ver con que ayer me entregué a la bebida. Es un decir. Mi negocio siempre ha sido exagerar. Fueron dos cervezas pasadas las cuatro. Y entre seis y doce poco menos de cuatro dedos de whisky. Aún así, logre un spleen que favoreció mi trabajo pero arruinó mi intención de apuntar mi día. De allí lo lácónico de mi registro de ayer en la noche. 

Desde la mañana, las redes convulsionaban como resultado de la salida del cable satelital del espectro venezolano. Sanciones. Drogas. Libertad de expresión. Entretenimiento. En ese universo de palabras se nos fue el día. Pero fue hasta la noche cuando caí en cuenta de lo importante de aquello que había ocurrido. No tengo idea cómo será en sus cuadras, urbanizaciones o barrios, pero en mi edificio, una pequeña comunidad, introvertida, poco dada a los escándalos, casi muda, hoy estamos estrenando un silencio. Escribí en Twitter. Y más tarde aún, Daniel entró a mi habitación y me dijo no reconocer la casa, muda a esas horas.

Pero vuelvo a hoy para escribir que en la agencia, la que aún sostenemos a distancia, mi socio y yo hicimos control de daños. Sin la parrilla de canales, nuestros anunciantes nos exigirán, además de creatividad, diversificarnos para lograr seguir adelante. También estrenábamos retos. Y para colmo hoy se celebraba en el país el Día del Publicista. Y es raro, siempre me fue incómodo ese título. Hoy hubiese dado la mitad de lo que tengo por salir a celebrarlo. 

Es casi la medianoche y trabajo en una campaña que me quitará un par de horas más completarla. Es una suerte que ya la tenga en la cabeza. 


  

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