Hablan hoy de seis nuevos casos. Cifra demasiado optimista para mi optimismo. Fui temprano por provisiones y me sorprendió lo rápido y ordenado que estuvo la visita al súper de la esquina. Más aún, la serenidad con la que la gente se desplazaba por los pasillos y sus anaqueles recién abastecidos. Había algo de cámara lenta en la escena. Hasta me di el gusto de comparar precios, cosa que nunca hago. No por rico, sino por vivir con el apremio con el que vivo. Tal parece son necesario estos eventos para caer en cuenta de eso. No leí. No trabajé. No hice dos llamadas en respuesta a unas asesorías, que bien le vendrían a mis futuras finanzas. El día se me fue espantando un dolor de cabeza que me seguía por toda la casa como una mosca. Volví a Mad Men. Es la quinta vez que la veo entera. Pero cómo nada es casual, me asaltó una frase de Freddy Rumsen, cuando lo obligaron a tomarse unos días, luego de que la borrachera lo llevara a orinarse en la antesala de presentarse ante un cliente: ¿Si no voy a la oficina cada día, quién soy?
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