domingo, mayo 24

Día 70 (Domingo 24 de mayo)

Tan lejos o cerca como agosto de 2012, escribí en Twitter: la primera advertencia del reloj despertador nos recuerda que somos moscas del sueño. Lo cito a propósito de la proliferación en casa, y que sin remedio alguno he documentado de manera lacónica durante los últimos setenta días. En la mañana moscas, en la tarde chicharras y en la noche zancudos. Tarde o temprano, la mosca se para en el lugar hasta donde llega el trapo. Las moscas son luciérnagas sin magia. Estas moscas tienen ojos en las alas. Las moscas no hacen siestas. Moscas, esas mascotas del tedio. Una vez muerta la mosca ya no puede guardarle rencor al trapo. Ojalá pudiésemos domesticar a la mosca doméstica, agrego a esta hora. Recién concluí la limpieza de la cocina y, con la paciencia de un entomólogo de Discovery Channel, he aseado los lugares en las que durante el día vi a alguna posar sus seis patas. Miden entre 5 y ocho milímetros. Si las moscas fuesen más grandes, digamos del tamaño de una mariposa, les tendría todavía más asco. Y es que su cuerpo está cubierto de vellos. Vellos. No hay algo más asqueroso en su descripción. Las hembras son más grandes que los machos, y debo apuntarlo. Además poseen un espacio mayor entre sus ojos. Mañana en la tarde me prometí limpiar la biblioteca. Y como siempre ocurre acabaré ocupándome de un solo tramo, abstraído en una vieja lectura que ya no recordaba había transitado. Ojalá me tope con Funeral para una mosca. Una historia recogida en un libro que lleva el mismo nombre. Y en el que Armando José Sequera da cuenta del poeta romano, Publio Virgilio Maron,  que tenía como mascota una mosca. Y cuentan que tanto llegó a quererla que, además de referirse a ella como Mosca, al morir ya enferma le organizó un pomposo funeral. Hoy son 111 los nuevos casos de contagio. La cifra asciende a mil 112. Durante esta semana fuimos más allá de duplicar los casos que fueron reportados durante las primeras ocho de encierro. Si esta progresión se mantiene, creo que tendré tiempo en casa de domesticar una que otra mosca. 

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