Día 73, ahora miramos llover por las ventanas como antes veíamos televisión. Adictos al canal del tiempo. Escribí en Twitter muy a propósito de la lluvia de ayer, y de la salida del aire de todos los canales satelitales.
Me pasé el día entero -apenas interrumpido por reuniones de trabajo que me quitaron un par de horas- haciendo corrección y estilo de un trabajo de Manuel. Va sobre el Código Penal español y la necesidad que tiene de actualizar sus formas de cooperación para enfrentar el tráfico de drogas. Menudo tratado de once páginas que se me hicieron el Código entero. Son muchos los amigos que viven de pulir textos ajenos. No los envidio. Más aún porque hacerlo pasa por sumergirse en lecturas que no son necesariamente entretenidas. Aunque sería mezquino asegurar que no se saca algo de ese ejercicio. También hay escritores negros que bien viven de esto. Imagino que tendrán la misma compasión por mí, que escribo para marcas, servicios y productos. El caso es que además de agotado, ese laberinto leguleyo fue la chispa de un dolor de cabeza nada serio. Me mantiene eso sí a media máquina, entre el malestar y el empeño por obviarlo. Hoy no me ocupo de cifras. Apunto apenas que sigo vivo.
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