martes, mayo 26

Día 72 (Martes 26 de mayo)

Día 72, no intentes recordar un insomnio como recuerdas un sueño. Es un fantasma inútil. Escribí a mediodía en Twitter. Mi noche fue espantosa. Rato que no me abrazaba una idea fija hasta bien entrada la madrugada. Acto seguido me arrepiento de compartir esta intimidad nocturna. Como si estrenara una nueva vergüenza: que pueda alguien imaginarse la oscura profundidad de mis ojeras. Una persona murió como consecuencia del contagio. Son once, según la cuenta oficial, desde que se inició el confinamiento. La prensa libre no desmiente el número. Sospechan pero no hay pruebas que respalden la posibilidad de que sean más, muchos más, los decesos. También llovió por primera vez en mucho, y no se hizo esperar la celebración en las redes. Correr, bailar, cantar, y hasta desnudarse bajo la lluvia caracterizó las audaces afirmaciones que duraron más que el fuerte aguacero. Lo sucedió un silencio de final de fiesta. Como si también las nubes hubiesen sufrido de un corte eléctrico que dio paso a ese rumor grave que sólo lo regala una desilusión. Ya vendrán nuevas tormentas. Y claro está, por fortuna, días más claros. Ocurre que cada vez que me embarga la idea de que esto vino a estacionarse para siempre, abro una ventana y constato el movimiento de los pájaros en vuelo. Del viento, aunque tímido, constante. Y el indetenible movimiento de las sombras. Señal inequívoca de que arriba sigue estando el sol. Como estará el día que acabe este confinamiento, el más largo insomnio de todos de los que inútilmente procuro un recuerdo.  

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